Causalidad

El Comité Regional Latinoamericano de la Fundación SCP, o al menos parte de él, se encontraba reunido en la Instalación-57. La posición de la misma en los Andes garantizaba un grado de seguridad para sus miembros, a pesar de encontrarse a pocos kilómetros de la dictadura de Augusto Pinochet.

Decir que estaban "a pocos kilómetros" no era cierto en el sentido literal de la palabra, pues la sala de reuniones estaba ubicada en la mismísima Península, recientemente descubierta dimensión de bolsillo. Estaban ubicados en un complejo que se extendía debajo de la masa de tierra que le daba su nombre a la dimensión, y seguramente mucho más a salvo y en secreto que en cualquier otro lugar de la Tierra.

La tensión era reina del aire alrededor de la mesa, producto de una tensión política más profunda entre sus miembros. Al menos un Director de Instalación de cada país de América Latina, e incluso un español, se encontraban sentados allí. Bueno, sólo aquellos cuyo nerviosismo les permitía sentarse, ya que era rara la ocasión donde su presencia general fuera requerida. Tal llamamiento era reservado para gravísimas situaciones, las cuales se encontrasen posiblemente fuera de su poder de resolver.

- "¿Y bien?" - Por fin habló Pedro Ribeira, Director de cuarenta años de la Instalación-27, ubicado en lo recóndito del Amazonas. Su actitud de capibara lo hacía una persona tranquila y amigable, además de ignorante de la tensión que lo rodeaba.

- "Cállese, Pedrinho. Se trata de una situación seria." - Respondió Miguel Lowdham, responsable de la Instalación-127 de Argentina, y organizador de la reunión. Sus veinticinco años lo hacían uno de los más jóvenes de la sala, eternamente nervioso e inseguro de sus decisiones. Manipulador innato, dependía de la ignorancia de los demás para mantenerse en el poder. Sin embargo, su corazón seguía siendo noble, incluso provisto de tanto poder.

Con una respiración profunda, miró a su alrededor. La juventud no le había dado demasiado coraje para enfrentarse a un montón de tipos con autoridad.

- "Bueno, sabréis ustedes que hace un par de días ha sido electo Juan Domingo Perón como presidente de Argentina. Inmediatamente luego…"

- "Si vino a proponernos un golpe de estado, podemos terminar la reunión ahora mismo." - Lo interrumpió Valentino Dolbear, delegado de Uruguay con cincuenta y seis años. - "Nadie aquí va a apoyar esa propuesta."

Valentino Dolbear era la viva representación de la filosofía denominada "necesaria"; Jamás moverse, a menos que fuera estrictamente necesario. Se decía que nunca había votado a favor de ninguna medida en su período.

Un par de chitados del otro lado de la mesa reprendieron la interrupción, ante la impasividad de Dolbear. Le tomó a Lowdham un momento reunir de nuevo la confianza para hablar.

- "Inmediatamente luego de la elección, unos amigos de la UII nos mandaron un mensaje. Lo entregó en persona uno de ellos, para luego ser asesinado. El mensaje indicaba el envío de una anomalía en posesión de la CIA al aeropuerto de Ezeiza. Específicamente, la anomalía designada SCP-ES-139."

Lowdham tomó un fajo de papeles de un bolso debajo de la mesa, y los lanzó encima de la misma. Los hombres sentados tomaron cada uno un papel, todos copias de la documentación de SCP-ES-139. Fueron unos diez minutos hasta que todos lo terminaron de leer. En ese momento, habló el Director de la Instalación-57, Yerko Venceslao.

- "Comprendo lo que insinúa, Miguel. Sin embargo, por lo que dice esta documentación, su principal propósito es detener el avance comunista. Asumo que Juan Perón no sabrá alemán, así que supongo también que estará acompañado por operarios que le ayuden a programar la máquina, impidiendo así otro uso. ¡Y ni siquiera funciona efectivamente el setenta por ciento de las veces!"

El aludido sonrió un poco. Parecía que no eran tan suspicaces como se decía. Sin responder, tomó otro fajo de papeles, y repitió el gesto de lanzarlos a la mesa. Con cierta molestia ante el aparatoso despliegue de información, las manos volvieron a reunirse en la pila.

- "Perdón, creo sinceramente que esto es una mentira." - Habló primero Gabriel Furio, enviado de México. - "Es obvio, tan sólo lean la declaración colaboracionista del doce de Abril. O la Unidad ha sido infiltrada, o estos documentos están fraguados por el caballero aquí presente, lo que me resulta más que obvio, viendo la disposición del mismo a convencernos de algo."

Su voz cayó como un cuchillo sobre la cuerda que mantenía silencioso al comité. Siempre abominando del comunismo, Furio apoyaba a Estados Unidos donde le permitía la lógica humana, y cuando no, la imaginación.

No obtuvo respuesta directa, pero las voces que discutían apasionadas en torno a él eran suficiente. Como piedra lanzada al agua, podía sentarse en el fondo del mar observando la perturbación de su impacto. Miguel había perdido el control de la situación, y su expresión ya exudaba miedo, casi confirmando las acusaciones de Gabriel Furio. La única opción era taparse la nariz y tirarse al agua de lleno.

Las copias de un tercer documento aterrizaron en la mesa, sin una palabra de acompañamiento. Pronto una docena de ojos devoraban voraces la información, corriendo raudos línea tras línea. En la página estaba impresa una tabla de activaciones, idéntica a la del documento de SCP-ES-139, pero con una única instancia. La mesa se sumió de nuevo en un tornado indescifrable, para su consternación.

- " 'Dependencia política en Juan Domingo Perón.' Ah, ya veo qué quiere decir." - Dijo Yerko, alzando una ceja. - "Sigo pensando que no deberíamos actuar. Si se pasa de la raya, el efecto de la máquina se debilitará y su gobierno caerá. El balance se mantiene y no arruinamos la Fundación por una bravata política."

- "A mí no me venga con esa postura, Yerko. ¡No actuar es de cobardes y colaboracionistas! ¡Y quién sabe qué desastre significaría para la política argentina!" - Respondió abruptamente Andrés Quora, un venezolano y fanático de Fidel Castro. Revolucionario casi innato, era tenaz en su ataque al statu quo que percibiera. O cualquier cosa que viera como pro-estadounidense, que a fin de cuenta era lo mismo.

Como respuesta, Yerko alzó un poco más la ceja, de repente muy interesado en releer el documento de SCP-ES-139. Lowdham volvió a tomar la palabra.

- "Cálmense, caballeros. Espero que al menos un par de ustedes entiendan que cabe esto muy bien dentro de nuestra responsabilidad. Esto ya ha pasado de la excusa típica de 'Detener el comunismo' y demás, y es posible que nos enfrentemos como una dictadura. No ya militar, como la de Chile, si no fascista, y cementada por anomalías. El aludido Perón fue entrenado de hecho por los militares de Mussolini hace tiempo." - Dijo el pobre veinteañero, intentando volver a ganar la atención del público. Tan sólo una persona le prestó atención

- "¿No hay un experto aquí para decirnos si esto de la máquina es realmente cierto?" - Dijo Miguel Keegan, homónimo de Lowdham y enviado colombiano. Ambos igual de inseguros, los hermanos de nombre contaban mutuamente como amigos, necesitándose para no derrumbarse por su propia inseguridad.

- "No veo cómo eso tiene nada que ver. Sabemos ya de qué va y cómo actúa, y sobre todo, ¡Que no deberíamos intervenir, no sea que se olviden que Juan Perón es el último baluarte argentino contra una revolución comunista!" - Respondió Gabriel, - "Creo que debería contactar a gente competente de esta Fundación para que se encargue de este intento de motín contra nuestros benefactores."

- "¡Por el amor a Dios, dadme un segundo para explicar un poco más!" - Suplicó Lowdham, denotando su estado mental con un tic nervioso en el labio superior que deformaba su cara. Sus manos se entrelazaban, jugueteando con una lapicera. - "Tengo de hecho un gráfico para explicar cómo sé que tengo razón. Por favor, déjenme explicar." - Con manos temblorosas, tomó de su bolsa un papel algo más grande que las copias que había lanzado a la mesa, pero aún así demasiado pequeño para el grupo de gente al que debía informar. Lo desplegó con ambas manos sobre la mesa, dando a ver un línea errática subiendo y bajando en zig-zag, aparentemente una frecuencia. Parecía que el período que observaba el gráfico se extendía por algo más de un año. Cerca del final el altibajo aumentaba de amplitud y bajaba de frecuencia, manteniéndose entre cinco y seis hercios.

- "Esto es un electroencefalograma." - Continuó nervioso - "Muestra la actividad cerebral diurna de un argentino típico, un habitante de Buenos Aires. Este pobre tipo vive una vida normal, hasta…" - Señaló un punto específico del gráfico, donde la amplitud de ondas aumentaba. - "Aquí. Usualmente las ondas cerebrales se mantienen entre treinta y cinco y catorce hercios, ocasionalmente bajando a ocho hercios, pero a partir de ahora se mantienen entre cuatro y ocho. Esto significa que no está pensando. Está soñando despierto, actuando instintivamente. ¿A que se debe esto? A que el cerebro deja de necesitar pensamiento activo, porque todo el comportamiento está determinado por algo más… Un sistema de instintos implantados artificialmente es lo único que puede encajar."

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